martes, 5 de mayo de 2009

Últimamente.

Estuve haciendo retratos de mis amigos a través de fotos que tenían en "myspace" y "hi5" y ese tipo de cosas. Ya saben, de esas fotos que nada más son para posar a lo lindo y parecer un retrato acorde a estos tiempos modernos (uy sí tiempos moderrrrnos). Los utilizo como ayuda para mejorar mi propia técnica. Fuera de eso, llevo un tiempo sin hacer obras completas. Tengo un cuaderno para dibujos que me regaló un amigo en Navidad, y todavía no llevo la gran cosa. Trataré de subirlos una vez que les haya puesto acuarela. Acá pongo los retratos que llevo.

Y bueno, yo soy Pech, tengo 17 años y me gusta pintar porque es de las pocas cosas que puedo hacer sin hartarme. Cuando estaba en secundaria comencé a dibujar porque una mujer que se volvió mi amiga se convirtió en toda una musa personal... Obviamente, para ella me convertí en todo un ñoñazo, pero todavía la veo de cuando en cuando y somos muy buenos amigos.

Me gusta recordar esa historia porque sin ella no podría haber retomado el dibujo. Desde siempre me había gustado dibujar, pero cuando tenía 7 años un niño de la primaria (creo que se llamaba Rubén), dibujaba impecablemente y a todos nos humillaba con las reproducciones inmaculadas que hacía de los dibujos de los libros de la SEP (todavía me acuerdo de unos cuentos) mientras nosotros no superábamos la etapa de hacer Power Rangers y casitas que desafían las leyes de la física con soles rastosos de caras felices y lobos que parecían perros en vigilia y mujeres y hombres cefalópodos de caras verdes. Como nunca he sido la imagen perfecta del niño bondadoso, sino la envidia en dos piernas, un día decidí acabar con mi tan cultivada carrera de pintor en el futuro soñador, y ya no quise dibujar porque me sentía todo un subordinado de aquel niño prodigio al que le pedían retratos del papa Juan Pablo II para los periódicos murales (es que mi primaria era de monjas... yo sé que se les ocurren muchos chistes con eso). A la fecha ya ni sé qué tanto hará el hombre de mis desgracias infantiles, probablemente ya esté siendo toda una promesa de las buenas en este país, y yo nada más tengo un blog para aburrir a la gente con mis historias de abuelona.

En fin, habiendo arrasado con el sueño del pintor de caballete con birrete en la cabeza y paleta en mano, dejé de dibujar de manera total y mantuve un silencio sepulcral durante 7 años. Años en los que mientras quería ser chef, o periodista, o abogado, o locutor de una estación de radio, o guitarrista, o militar. Tan multiusos que yo quería ser... y qué optimista que me mostré, porque la verdad es que no sirvo para la mayoría de esas cosas. No sé cocinar comida más complicada que las quesadillas, me sofocan las oficinas, no puedo ni hablar cuando me responden feo, no tengo buena voz y se me traban los dedos en los trastes de la guitarra. Y vamos, ni se diga con lo de militar porque esto se vuelve un menú de miserias.

Llegó la secundaria, por fin, y la vida se me hizo de cuadritos. Tuve que soportar cosas feaaas feas, de esas que dan miedo, pero pasó una cosa que me dejó asombrado, y que cambió, o más bien, redireccionó lo que yo quería para mí. En ese entonces ella era una niña menudita, con rasgos de mujer asiática y caminar cabizbajo, que parecía no hacer otra cosa en la escuela mas que pintar con acuarela mientras evadía a todo el mundo a su alrededor. En eso me pareció que ella vivía en lo que yo siempre había querido hacer; era algo así como la imagen cuasiperfecta de lo que yo me imaginaba, hace tiempo, cuando era un niño que dibujaba pagüer ranyers y calcaba las estampitas de pokemon y me hacía mis "comics" de bolitas y palitos, cuando quería hacer mis propias historias y vivir lo que yo quería. Pintar para mí se volvió cuando la conocí una manera de vivir en el propio lenguaje que uno se va haciendo, como si los tajazos de un explorador que corta la maleza para hacer un camino fueran con lápiz y acuarelas. Pintar a todos, a todo, y luego tratar de decirle a los demás "Esto que ven aqui es el reflejo que tengo de ustedes y se los comparto porque me gusta hacerlo, porque puedo hacerlo, porque tengo que hacerlo".

Cuando la conocí me sentí muy afortunado.

Y claro, han pasado unos 4 años desde eso. 4 años de secundaria, la prepa, las fiestas, los dramas de siempre. Lo "peliculón" del asunto inevitablemente se vuelve realidad y es de esas que se han convertido en frustración algunas veces, y otras veces se siente muy bien, aunque todavía espero el momento en el que pueda sentirme totalmente seguro con lo que hago. Probablemente no acabe siendo el artista del gorrito frances y la paleta que alguna vez de niño quería ser, probablemente ni siquiera termine con el próximo dibujo y a lo mejor, por qué no, un día me levantaré de mi mesa y voy a quemar con thinner todos los cuadernos y las hojas de opalina y me rapo y me hago el loco y me olvido del asunto (probablemente me doy un tiro después de eso). Podré no alcanzar la maestría y la facilidad de creación que muchos deben tener ya a estas alturas. Pero otras veces sé que a pesar de todo, nada está siendo inutil para mí, porque sigo haciendo con mis propias palabras a los demás.


"una falla, una señal" 2006

postdata: Juro que este es el post más largo que van a ver.

1 comentario:

  1. dibujas muy bien, y tb has sabido dibujar-te a la perfección con palabras, así que tpc las evites.
    yo quiero que nos muestres algo de esos cuadernos.
    bienvenido a la blogosfera, y suerte en esta aventura.
    dibuja lo que ves y lo que eres.

    saludos.

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